Héroes casi anónimos de una gesta monumental

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En la misma obra férrea, Kenzo Matsuo (sentado a la derecha) y Zensei Matayoshi (parado, primero de la izq.), ambos se radicaron luego en la Argentina (gentileza de Catalina Matsuo). Los hijos de Matsuo recuerdan que su padre les contó que en ese lugar debieron comer carne de mono y frutas. Con los nativos salían en busca de alimento y observaban cuáles frutos picaban las aves.