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Año 1910, en un alto en la labor de las obras del Ferrocarril Noroeste. Kenzo Matsuo en primer plano, segundo desde la derecha (gentileza de Catalina Matsuo). De Perú pasó a Chile, desde donde se embarcó hacia Santos, según recuerdan sus hijos Enrique y Catalina. Como tenía conocimientos de castellano e inglés, fue incorporado como intérprete y capataz del grupo de obreros ferroviarios japoneses que habían sido trasladados al Mato Grosso.