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La década de 1930 marcó un periodo de convulsiones en el ámbito internacional y nacional. En el Perú estas turbulencias provocaron la inestabilidad y el gobierno de Augusto B. Leguía fue derrocado por un golpe militar dirigido por el Coronel Sánchez Cerro, quien asumió la Presidencia pero al poco tiempo fue asesinado.
Debido al crecimiento de la capacidad económica de los inmigrantes japoneses en los principales centros urbanos del país, surgieron desavenencias entre la colectividad japonesa y la sociedad peruana que se acentúan a raíz de la inminente conflagración mundial, dejando tristes resultados para muchos de los inmigrantes japoneses.