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Procurar una adecuada educación para sus hijos, que les permitiera construirse un mejor futuro, fue para los inmigrantes japoneses una tarea primordial. Por ello crearon dentro de las haciendas escuelas como la que funcionaba en 1908 en la Hacienda Santa Bárbara, ubicada en Cerro Azul, Cañete, al sur de Lima.
La escuela inició sus labores de enseñanza con un profesor y nueve alumnos.